Nos han hecho creer que la palabra biodegradable significa algo parecido a que aquello que vemos delante nuestro en un momento u otro desaparecerá. En realidad la palabra biodegradable es un ardid que se ha buscado la industria para llevarnos a engaño, pues visto así, cualquier material es biodegradable. La pregunta es cuánto tarda en biodegradarse.
Si bien, lo que ocurre con el plástico, aunque en los envases se establezca que es biodegradable, es que este se fotodegrada. Es decir, que con la acción del sol y otros elementos naturales como la salinidad del mar lo que ocurre es que se rompe en partículas cada vez más diminutas sin cambiar su composición. Por lo que podemos afirmar que el plástico nunca desaparece, sino que se va fragmentando en trozos cada vez más pequeños, pudiendo llegar a ser imperceptibles al ojo humano
Y lo que es más grave aún, todo el plástico que se ha fabricado en la historia, sigue en alguna parte del planeta, excepto el 9% de esa cantidad, ese si que ha sido "reciclado"...
Además, al "biodegradarse", los plásticos desprenden metano y etileno, dos gases de efecto invernadero que contribuyen al calientamiento global mucho más que el CO2.
Imagenes tomadas el verano pasado en la Costa Dorada, Cataluña.
Lo realmente importante para el medioambiente es determinar el tiempo que tarda en degradarse cada producto y la carga contaminante que dejará en el entorno al hacerlo. Aquí entra en juego el concepto de compostable.
Un envase compostable es aquel que se degrada completamente, como lo hace la materia orgánica, en un corto período de tiempo y sin dejar ninguna carga contaminante en el medio natural.
Así pues, debemos tener muy clara la diferencia entre biodegradable y compostable. En el siguiente cuadro os mostramos las principales diferencias:
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